Directorio


SEGUIDORES

FONDO

martes, 27 de diciembre de 2011

Mensaje de Eduardo César Belloccio presidente de la S.A.D.E. Filial Villa María

A los amigos de la Sade,  amantes de la poesía y de la lectura toda. Queremos saludarlos para estas tradicionales fiestas de navidad y fin de año, deseando que el acontecimiento del año que acaba, sean, más allá de sus familias, los libros que hayan leído, y los que puedan haber escrito. También pensamos que esta manera de comunicarnos por medio de la poesía, es el recurso más auténtico que han encontrado los seres humanos para expresar sus sentimientos, aún más que las otras expresiones artísticas entre las que podemos nombrar a la música y la plástica. Decimos esto porque tenemos nuestro corazoncito volcado para el lado de las letras. Nuestro deseo de felicidad para los seguidores del blog es además un compromiso con la poesía misma.
Hacemos propicia la oportunidad para brindarle a la poeta ILARGI JAUREGUIZURÍA (luna en la cima) de Bilbao- Vizcaya-España, nuestro inmenso agradecimiento por los generosos aportes brindados a la Administradora de nuestro blog. Tenemos conocimiento pleno de la amistad, el intercambio y apoyo entre ambas y celebramos este abrazo extendido de dos amigas de distintos países pero hermanadas en sentimientos y amistad. Mil gracias, estimada Ilargi.
¡Felicidades a todos!
©2011 Eduardo César Belloccio- presidente de la S.A.D.E. Filial Villa María

martes, 6 de diciembre de 2011

RESULTADOS DEL CONCURSO PRIMO MIGUEL BELETTI 2011- ORGANIZADO pòr la S.A.D.E. Filial VILLA MARIA

CONCURSO DE POESÍA PRIMO MIGUEL BELETTI 2011


A los ganadores, a los socios y medios de comunicación.
CONCURSO DE POESÍA PRIMO MIGUEL BELETTI 2011

Informamos que participaron del concurso de poesía 2011 del Primo Miguel Beletti 117 poetas con 225 trabajos.

Los premios se entregarán en acto previo a la cena de fin de año de la S.A.D.E. Villa María el próximo día 21 del corriente, en el restaurant del "Círculo Italiano" en calle 25 de Mayo 273 a partir de las 20 hs. 

Como miembros del jurado participaron Ernesto Fernández Núñez de Capital, Lidia Vinciguerra de Capital y Antonio Cruz de Santiago del Estero.

Arribaron al siguiente fallo:

1º premio: medalla de oro

CADENCIAS  (pseudónimo Yaldet)
Gustavo Javier Travi de Caseros Bs. As.

2º premio: medalla de plata

DE SUEÑOS Y ENSUEÑOS (pseudónimo Chaser)
Carlos Alberto Pascualini de Ciudad Autónoma de Buenos Aires

3º premio: plaqueta
LOS VIDENTES (pseudónimo Albaluna)
María Eugenia Rodríguez  de La Carlota  

1º mención
DOMÍNGUEZ (pseudónimo Amanda)
Edith Galarza de Neuquén

2º mención
UN POCO MENOS (pseudónimo Aurelio)
Gonzalo tomás Salesky Lascano de Códoba

3º mención
TRASCENDENCIAS (pseudónimo Angélica del Prado)
Liliana Cristina García de Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Va adjunto la poesía ganadora con los datos del autor

PRIMER PREMIO  DE POESÍA - MEDALLA DE ORO otorgado a GUSTAVO JAVIER TRAVI de Caseros (Buenos Aires) Seudónimo YALDET
cadencias

I

la noche trasfunde los verbos
               la identidad/ serena 
desnuda oscuras trasparencias en la orilla:
quiere entender las regiones de mi tiempo
lo sé…
y cierro los ojos

II

jugo del remanso nativa esencia
todo regresa en el rocío
la hondura de un letargo hecho de siempre y distancia
              las cosas que una senda guarda dentro de otra

quizás
alguien navegue hacia a ningún donde
aquí
la brasa es un hueco de cielo en el polvo


III

la tormenta edifica longitudes
desata un rubor de mar
que aúlla en el otro costado de la mascara

te supe
cruzabas del nácar hasta el sueño                                                del ocaso hasta la vida



YALDET


Eduardo Belloccio
Presidente Sade Villa María

jueves, 24 de noviembre de 2011

UN PACTO MILENARIO

 Me bajé del tren. Llovía. Siempre para esta fecha llovía. Cuántas mujeres antes que yo, habrán pronunciado las mismas palabras. Par peor de males me tocó en invierno y uno que calaba hasta los huesos. Faltaba más de media hora para las cero. ¡Tenía que ser de noche, no podía ser de día!
Apenas pisé el anden, sentí ese frío que te empuja hacía atrás. Tarde. El tren ya había partido raudamente. Yo debía ser el único mortal que, con esas condiciones climáticas, se le ocurría deambular y a esa altura de la noche.
 Un viento picoso soplaba y hacía que la espera y la estadía, fueran más larga e inquietante, todavía.
No se si sería la lluvia, la oscuridad o mi contrariedad, pero no se veía nada fuera de los quince metros que para cada lado tenía la “estación”. Acababa de pararme en el centro.  De ancho mmm calculé que la galería mediría unos siete metros. Avance. Me paré frente a la puerta. Probé. Cerrada. Levanté la vista, una tenue luz de un candil arriba del dintel, dejaba ver cuatro números raídos que rezaban “1898”, hacía la derecha costeando el marco y un poco más abajo, en la pared, se podía leer un cartel “De lunes a viernes, de 8 a 20.30”. Era sábado. Muy comprensible que estuviera cerrado.
 ¿Por qué tuve que llegar tanto tiempo antes? Saqué la carta, esa carta que mi madre, sintiéndose morir, me pidiera bajo juramento que cuidara, hasta que fuera tiempo de abrirla.

Fines del siglo veintiuno, un transporte de pasajeros que parece levitar cuando avanza, se detiene en una derruida estación, salida de la maquina del tiempo. Tenía razón el conductor cuando me preguntó “¿Señorita, está segura que es acá? Es la primera vez que veo este paraje y paso todos los días” .Solo atiné ha hacerle una mueca.
 
Busqué un banco, brillaban por su ausencia. Tuve que quedarme parada bajo esa precaria luminiscencia, si quería releer la carta o no mojarme demasiado, el techo era una sinfonía de goteras. Y el agua arreciaba de frente.
Cuando me disponía a desdoblar el papel, un relámpago iluminó la escena, no era que no podía ver, no había nada más allá de los límites de lo que se encontraba bajo mis pies.
El pánico me invadió y me quedé paralizada. Casi no podía concentrarme cuando comencé a leer.  “Miles de años atrás una niña huía despavorida por el bosque. La perseguían. Si la encontraban, no tendrían piedad. Ella era el último eslabón que unía  los dos mundos, el de las gárgolas y el de los humanos.
El inicuo rey y sus secuaces, venían traicionando el pacto hacía mucho tiempo. Lo único que detenía a las gárgolas de no hacer la guerra absoluta y sembrar la destrucción total, era esa niña que al crecer sería la reina y traería la unidad nuevamente. Era hija de las dos especies. El amor salvaría otra vez al mundo. Sus padres se lo habían enseñado” ¿Se habrá transmitido de madres a hijas textualmente? ¿Y si se perdió algo en el transcurso de los años? ¿Y si estoy en el lugar equivocado? Lo averiguaría pronto, aunque muy a pesar suyo.
  En ese momento miré sobre mi hombro izquierdo y dentro de la sala descubrí un reloj de péndulo, me di vuelta y puede constatar que extrañamente funcionaba, faltaban veinte minutos todavía, ojeé mi muñeca derecha. El viejo reloj esta en lo cierto. Era muy raro, parecía alargarse, para luego encogerse de golpe, sin que por ello perdiera su ritmo y mucho menos se rompiese.
    No podía ser que apenas hiciera diez minutos que me encontraba allí. Comenzaba a ser un suplicio.
El frío era aterrador, el viento hacía crujir el techo, amenazando con volarlo. Si yo estaba soportando semejante situación, era porque mi madre, que en paz descanse, había roto unas cuantas reglas hablándome de las gárgolas y este día en particular. Ese día debe ser lo menos traumático posible, me decía. Hasta el momento lo parecía.
 Me compadecí de mis antecesoras y elevé una oración por ellas.
 En cada relámpago podía observar la ausencia o aparición de elementos, según fuera el caso. La sangre se me helaba.
  Esta vez me llamaron la atención las sillas, todas alrededor de la sala, que no tenía compartimentos, salvo las ventanillas de las boleterías, eran varias, se disponían al frente de las puertas de salida. En la misma dirección otras tres puertas, que supuse serían los baños y alguna oficina. Las sillas no se quedaban quietas, se movían de un lado a otro pero sin despegarse de la pared.
 Lo único ordenando parecía ser la pintura interior, de un verde agua. Se hubiera dicho recién pintadas, daba la sensación de tener un cuidador diario. No así afuera, donde yo me encontraba. El revoque se caía, la pintura, descolorida y descascarada, el piso crujía a cada paso. Observé el candil, su depósito seguía lleno, no daba señales de mermar.
 De algunas cosas estaba sobre aviso, las otras solo me estaban ocurriendo a mí.
Volví a mirar el reloj, pero sus manecillas se habían detenido, aparentemente en el mismo instante que yo reparara en él. Tuve que echar mano al mío, que también se negaba a funcionar en forma normal. La sangre me dio un vuelco. ¡Faltaban treinta segundos!
 ¡Solamente treinta segundos! ¿Qué hacer en treinta segundos? Había esperado hasta ese momento. Lo por suceder ya era inevitable. Para lo evitable ya no había tiempo.
El ruido fue ensordecedor, caí de rodillas, con las manos tapándome los oídos. La lluvia había cesado. La luna resplandecía en todo su esplendor. La estación había desaparecido. Ante mí, el humanoide alado recogía sus alas y me ofrecía su mano en garra para recibir la mía y así perpetuar el pacto que los humanos por medio de una mujer  y por línea sucesoria  celebraban con las gárgolas cada quinientos años.
 Me bajé del tren. Llovía. Siempre para esta fecha llovía. Cuántas mujeres antes que yo, habrán pronunciado las mismas palabras. Par peor de males me tocó en invierno y uno que calaba hasta los huesos. Faltaba más de media hora para las cero. ¡Tenía que ser de noche, no podía ser de día!
Apenas pisé el anden, sentí ese frío que te empuja hacía atrás. Tarde. El tren ya había partido raudamente. Yo debía ser el único mortal que, con esas condiciones climáticas, se le ocurría deambular y a esa altura de la noche.
 Un viento picoso soplaba y hacía que la espera y la estadía, fueran más larga e inquietante, todavía.
No se si sería la lluvia, la oscuridad o mi contrariedad, pero no se veía nada fuera de los quince metros que para cada lado tenía la “estación”. Acababa de pararme en el centro.  De ancho mmm calculé que la galería mediría unos siete metros. Avance. Me paré frente a la puerta. Probé. Cerrada. Levanté la vista, una tenue luz de un candil arriba del dintel, dejaba ver cuatro números raídos que rezaban “1898”, hacía la derecha costeando el marco y un poco más abajo, en la pared, se podía leer un cartel “De lunes a viernes, de 8 a 20.30”. Era sábado. Muy comprensible que estuviera cerrado.
 ¿Por qué tuve que llegar tanto tiempo antes? Saqué la carta, esa carta que mi madre, sintiéndose morir, me pidiera bajo juramento que cuidara, hasta que fuera tiempo de abrirla.

Fines del siglo veintiuno, un transporte de pasajeros que parece levitar cuando avanza, se detiene en una derruida estación, salida de la maquina del tiempo. Tenía razón el conductor cuando me preguntó “¿Señorita, está segura que es acá? Es la primera vez que veo este paraje y paso todos los días” .Solo atiné ha hacerle una mueca.
 
Busqué un banco, brillaban por su ausencia. Tuve que quedarme parada bajo esa precaria luminiscencia, si quería releer la carta o no mojarme demasiado, el techo era una sinfonía de goteras. Y el agua arreciaba de frente.
Cuando me disponía a desdoblar el papel, un relámpago iluminó la escena, no era que no podía ver, no había nada más allá de los límites de lo que se encontraba bajo mis pies.
El pánico me invadió y me quedé paralizada. Casi no podía concentrarme cuando comencé a leer.  “Miles de años atrás una niña huía despavorida por el bosque. La perseguían. Si la encontraban, no tendrían piedad. Ella era el último eslabón que unía  los dos mundos, el de las gárgolas y el de los humanos.
El inicuo rey y sus secuaces, venían traicionando el pacto hacía mucho tiempo. Lo único que detenía a las gárgolas de no hacer la guerra absoluta y sembrar la destrucción total, era esa niña que al crecer sería la reina y traería la unidad nuevamente. Era hija de las dos especies. El amor salvaría otra vez al mundo. Sus padres se lo habían enseñado” ¿Se habrá transmitido de madres a hijas textualmente? ¿Y si se perdió algo en el transcurso de los años? ¿Y si estoy en el lugar equivocado? Lo averiguaría pronto, aunque muy a pesar suyo.
  En ese momento miré sobre mi hombro izquierdo y dentro de la sala descubrí un reloj de péndulo, me di vuelta y puede constatar que extrañamente funcionaba, faltaban veinte minutos todavía, ojeé mi muñeca derecha. El viejo reloj esta en lo cierto. Era muy raro, parecía alargarse, para luego encogerse de golpe, sin que por ello perdiera su ritmo y mucho menos se rompiese.
    No podía ser que apenas hiciera diez minutos que me encontraba allí. Comenzaba a ser un suplicio.
El frío era aterrador, el viento hacía crujir el techo, amenazando con volarlo. Si yo estaba soportando semejante situación, era porque mi madre, que en paz descanse, había roto unas cuantas reglas hablándome de las gárgolas y este día en particular. Ese día debe ser lo menos traumático posible, me decía. Hasta el momento lo parecía.
 Me compadecí de mis antecesoras y elevé una oración por ellas.
 En cada relámpago podía observar la ausencia o aparición de elementos, según fuera el caso. La sangre se me helaba.
  Esta vez me llamaron la atención las sillas, todas alrededor de la sala, que no tenía compartimentos, salvo las ventanillas de las boleterías, eran varias, se disponían al frente de las puertas de salida. En la misma dirección otras tres puertas, que supuse serían los baños y alguna oficina. Las sillas no se quedaban quietas, se movían de un lado a otro pero sin despegarse de la pared.
 Lo único ordenando parecía ser la pintura interior, de un verde agua. Se hubiera dicho recién pintadas, daba la sensación de tener un cuidador diario. No así afuera, donde yo me encontraba. El revoque se caía, la pintura, descolorida y descascarada, el piso crujía a cada paso. Observé el candil, su depósito seguía lleno, no daba señales de mermar.
 De algunas cosas estaba sobre aviso, las otras solo me estaban ocurriendo a mí.
Volví a mirar el reloj, pero sus manecillas se habían detenido, aparentemente en el mismo instante que yo reparara en él. Tuve que echar mano al mío, que también se negaba a funcionar en forma normal. La sangre me dio un vuelco. ¡Faltaban treinta segundos!
 ¡Solamente treinta segundos! ¿Qué hacer en treinta segundos? Había esperado hasta ese momento. Lo por suceder ya era inevitable. Para lo evitable ya no había tiempo.
El ruido fue ensordecedor, caí de rodillas, con las manos tapándome los oídos. La lluvia había cesado. La luna resplandecía en todo su esplendor. La estación había desaparecido. Ante mí, el humanoide alado recogía sus alas y me ofrecía su mano en garra para recibir la mía y así perpetuar el pacto que los humanos por medio de una mujer  y por línea sucesoria  celebraban con las gárgolas cada quinientos años.

 ©2011 Mónica Fornero


                                                                                           


                                                                                                     

viernes, 18 de noviembre de 2011

HUIR poema de Elbio Rubén Lezchik


Cansao e tanto trabajo
Decidió pa´ las luces rumbiar.
Eso de ser el hijo menor
Ya lo había hecho asquiar.

Al tata, la plata le sobraba.
A los gauchos, siempre de más les pagaba.
Y a él, su pequeño gurí
A la par de ellos, de madrugada lo levantaba.

Deme la parte que es mía,
El muy cara dura, a su tata le espetó.
Y como si todo fuera gracias a él
Muy orondo, manos en jarra, esperó.

Quédese acá, no tardo, le respondió
Y dando media vuelta, las lágrimas ocultó.
Se nos marcha el mocito, le dijo a su china
Se siente muy potro, su boca endureció.

Tomó su cinto, su bolsa y su monta espoleó
Con un adiós a secas y de lejos, a sus tatas saludó.
La tranquera, esa frontera, furioso traspasó
Tuita la vida lo espera, con orgullo se ufanó.

Que linda que es la vida con dinero pa’ gastar
No más tata, mama ni gauchos que lo obliguen a transpirar.
Chinas, güen asao, tabas y mucho vino
Esto si que es vida, esto vale disfrutar.

Le seca llegó, la langosta todo devoró.
El cielo de bronce hasta a los chanchos sin barro los dejó.
La plata todo compra, menos lo que no hay.
Pero con el cinto vacío, ni amigos encontrará.

El hambre lo mordió, su mente se nubló.
En la desgracia, a su tata y a su mama, delirando recordó
¡Qué ricas las carneadas, qué jugosas las empanadas!
Ningún gaucho queda afuera, y en su soledad lloró.

En la casa todo era fiesta
Los musiqueros, los bailarines y la yerra.
Temeroso y avergonzado hacia el fogón se acerca
Conchabarse como gaucho, eso quiere, eso anhela.

Los costillares en las estacas,
Las criadillas en la parrilla,
Las empanadas en la mesa,
Todo es risa y alegría.

¡Es mi hijo! Suena el grito
Fuertes brazos lo rodean
¡Traigan ropa, botas y el anillo!
¡Decían que estaba muerto, pero Dios me lo trajo vivo!


©ElbioRubén Lezchik

lunes, 7 de noviembre de 2011

LA NOCHE, EL RECUERDO Y YO de Eduardo César Belloccio

Les invito a escuchar el poema en la voz del autor




©2010Eduardo César Belloccio- poeta y Presidente de la S.A.D.E. Filial Villa María.

jueves, 27 de octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

VOLVER de Elbio Lexchik

                                               VOLVER
No es de los primeros en despertarse, pero apenas comienzan los movimientos en la casa, su liviano sueño huye y su primera impresión matinal lo repugna nuevamente. No se acostumbra a ello, lo rechaza, lo aborrece. Llama por ayuda, pero esta se tarda. Nadie está a su entero servicio, sino que cada uno en lo suyo aparta de su tiempo para atenderlo, pero como casi siempre a esta hora la mayoría duerme, no quiere elevar la voz.
Es difícil acostumbrarse a depender de la buena voluntad de los demás, depender de ellos para que le preparen los alimentos, le laven la ropa y lo lleven al hospital de día. Todos trabajan y nadie puede quedarse de continuo a su lado.
-¡Buen día a todos! –dice con voz pausada al ingresar al hospital.
-¡Buen día Carlos! –le responden los de más cerca.
Y llega a su lugar. Ya tiene ese espacio reservado en exclusividad para él. No porque haya pagado o se lo asignaran por concurso público, sino porque es uno de los más antiguos allí.
-Deja que acomode tu mochila aquí –le dice un asistente.
-Gracias –le responde.
-¿Podrías traerme el libro, el –jadea- libro que –jadea nuevamente-  que estaba leyendo ayer? –le solicita con casi un hilo de voz.
-Recuéstate –le indica el asistente mientras le acomoda la cabeza y los pies– respira tranquilo y trata de relajarte –le indica.
Su estado general de salud no empeoró notoriamente, pero su vieja afección cardíaca lo ha invalidado casi totalmente. No puede hacer ningún tipo de esfuerzos  y lo cuidan tanto que los suyos han llegado hasta el punto en que no le dan ninguna noticia que pueda afectar sus sentimientos, pues toda la familia teme que su corazón no lo soporte. Pasaron treinta y ocho años desde su primer infarto y ya es bisabuelo, pero nunca ha podido alzar a sus nietos ni jugar con ellos y menos con sus bisnietos.
-Mis nietos –dice en voz baja y recostado mientras sus ojos se llenan de lágrimas– Dios, son bellos, y sus pequeñines son reflejo de tu hermosura –susurra una oración entre labios mientras se tranquiliza– yo no los puedo abrazar ni llevar en andas, pero tú sí lo puedes hacer. Llévalos en tus brazos y no los dejes caer –le suplica al Todopoderoso en un silencioso llanto entrecortado.
-¿Quieres ser sano, Carlos? –le pregunta.
-He hecho todo lo que pude con estas mis fuerzas que hoy no son ningunas –responde con la sonrisa y el bullicio de su familia aún en su mente– pero la salud me es esquiva.
-Carlos, levántate y ve a tu casa –le ordena.
Su familia desapareció de su mente al mismo tiempo que logró entender el diálogo que mantenía con…
-¿Quién me habló? –preguntó a sus amigos.
Pero estos estaban cada uno en sus actividades y no prestaron atención a su pregunta y el personal entraba y salía cada uno al ritmo de sus actividades. Su corazón explotaba en su pecho, pero no le dolía. Tomó sus cosas, las metió en su mochila y ante la atónita mirada de todos se la cargó a su espalda y apuró el paso hacia su casa.

AUTOR: Elbio R. Lezchik
Eduardo César Belloccio

miércoles, 5 de octubre de 2011

UN TITULO DE UN LIBRO Y UNA BELLA INSPIRACIÓN ¡GRACIAS MARINEL!

UNA NOVEDOSA REPERCUCIÓN QUE LLEGA DE UNA SEGUIDORA ESPAÑOLA.
¡GRACIAS MARINEL! Nos ha encantado y será enviado al autor del libro. Seguramente se alegrará de que el título de su libro te haya inspirado para escribir esta hermosa historia.
 
EL TREN MÁGICO.
Leí  el título de un libro y como suele ocurrirme, la mente salió disparada hacia una meta intangible, pero de la que, estaba segura, sacaría una buena lección. Algo así como el cuento de la liebre y la tortuga…
Se me vino a la mente en ese acto reflejo sempiterno del que hablo, toda una historia, que de abreviarla, tomaría la forma de uno de esos escritos míos algo sensibles…seré realista…más bien  sensiblero.
El título era: El tren de las playas y su autor un señor desconocido para mí, Fernández Núñez le llaman.
Ahí se produjo la chispa que me hizo imaginar un mundo virgen, un planeta algo paraíso donde vergeles de plantas convivían con playas inmensas. En ellas, habitantes armónicamente acoplados a esa marea de verde y azul. Sin reparos o pudores, mostraban pieles directas, sin empaques; con absoluta naturalidad.
Se alimentaban de lo que la naturaleza, siempre sabia, les proporcionaba y ellos, en correspondencia y gratitud, cuidaban con esmero de toda esa amalgama de animales, insectos, plantas y árboles.
Vivían y dejaban vivir.
A cada poco aparecía en el horizonte una luz iridiscente que rasgaba el viento, cosquilleaba las nubes, sonreía al sol y acallaba la lluvia.
Era el tren que recorría las playas en busca de gentes que anhelaran conocer más allá de sus fronteras. Sólo aquellos clarividentes sin asomo de resquicios para la duda, subían a él.
Y en él volvían…
Cuando lo hacían, en sus miradas traían apresados mil augurios, una cantidad ingente de visiones y experiencias que compartir, un sinfín de hechos que relatar en forma de enseñanzas bienhechoras para  los demás que allí quedaban.
Resultaba curioso comprobar, que ninguna de las personas que subieron a los vagones luminosos, quisieran volver a hacerlo por el resto de sus días.
Al calor de las hogueras nocturnas, pequeños y grandes escuchaban anonadados historias de gigantes de piedra con miles de ojos en cuyo interior habitaban seres humanos. No podían imaginar ni de lejos cómo serían los caminos de asfalto, o las ropas tapando las pieles. Imposible formarse una idea aproximada  de selvas diminutas y acotadas por palos de alambre o hierro…
Voces altas, ruidos de monstruos utilizados para trasladarse de un lugar a otro, llamas para llevarse los alimentos a la boca, objetos de los que salían otros objetos que acababan con la vida de sus congéneres…
¿Alambre, hierro, asfalto, monstruos, fuegos, ruidos?
Palabras nuevas, desconocidas y tendentes a olvidarse.
Tan terrible sonaba todo, que  cada vez con mayor frecuencia, el tren se marchaba de vacío.
Llegó un día en el que el tren no apareció.
No hubo ni un solo ser que lo echara en falta.
La vida continuó preñada de algo así como de paraíso…
 Marinel Rumicof

martes, 4 de octubre de 2011

¡Y SE VIENE LA FERIA DEL LIBRO !


Miércoles 5 de octubre
18 hs …………………….Lectura mesa redonda Sociedad Argentina de Escritores
19,30…………………Presentación del libro “Venciendo el vértigo” de Lucas Vaca
 21 hs………………….Espectáculo Musical presentación de “Drunk Bunny”

Jueves 6 de octubre
16 hs……………………..Títeres de Valentina
17 hs. ………………….Presentación de la charla “Actualidad y anacronismo del Soneto” a cargo de Norberto García Yude y la presentación de “Andrina Cautiva” de José Luis Thomas
18 hs……………………..Presentación de los libros “Palabras en violeta” de Nora    Baker y “Guarda Ragazzini” de Susana Accornero
19 hs……………………….Presentación del libro “Crónicas de un Cronopio” Mario Trecek
20 hs………………………..Presentación de Gustavo Nielsen.
Viernes 7 de octubre
18 hs ……………………Presentación “Con los ojos del alma” de Alma Mateos Taborda
19 hs……………………..Presentación del libro “Tiempo de hablar con pájaros” de Gela Bertea Faure
20 hs……………………….Concierto didáctico de Opera  a cargo de Manuela Reyes

Sábado 8 de octubre
18 hs ………………………..Presentación Sergio Gaiteri
19 hs………………………….Conferencia “La ley del libro de la Rioja: un camino a seguir” disertan Roberto Rojo y Fernando Justo
20 hs…………………………..Presentación del libro “Genocidios Argentinos del siglo    XX” de  Mariano Saravia
Domingo 9 de octubre
18 hs …………………………..Presentación grupo Niños y Adultos Cantores, Taller de Canto. Coordina Raúl Manfredini
19 hs…………………………….Lectura de poesías a cargo del grupo Paco Urondo
20 hs……………………………..Presentación “Retreta 1915” Espectáculo multiartístico dirige y coordina Sergio Alonso

Lunes 10 de octubre
18 hs…………………………Presentación libro “El grito silencioso, el último latido del Dr Favaloro” de Ariel Bibbo
19 hs………………………….Presentación la obra de teatro “El Garra” a cargo del grupo integrado por Toto Lopez, Diego Guerrero y Susana Palomas
20 hs…………………………Presentación de la Orquesta Municipal de Música Ciudadana dirigida por el maestro Alberto Bacci.

Programación Escuela José Ingenieros

TALLERES PARA DOCENTES.

Miércoles 5 de octubre
.- 14:00 a 16:00 hs. Taller de MATEMATICA a cargo de Viviana Gómez.

Jueves 6 de octubre
.- 9:00 a 10:30  hs.  Taller de Lengua a cargo de Betty Bottero. Nivel inicial y primario.
 .- 14:00 a 16:00 hs. Taller de lengua a cargo de Liliana Cinetto.
Viernes 7 de octubre.
.- 9:00 a 10:30 hs. Taller de lengua a cargo de Liliana Cinetto.

 ESPECTÁCULOS.-

Miércoles 5 de octubre
.-9:00 a 10,00: EL MÁGICO LIBRO. OBRA DE TÍTERES.
.-14:00 A 14:30 HS. “LOS CRIOLLOS SON UNA JOYA.” OBRA DE TEATRO A CARGO DE LA ESCUELA ARTURO CAPDEVILLA DE TICINO.
.-16:00 a 17,00: EL MÁGICO LIBRO. OBRA DE TÍTERES.

Jueves 6 de octubre
.-10:45 A 11:30 HS. NARRACIÓN DE CUENTOS DE LILIANA  CINETTO
.-16:30 A 17:00  HS. NARRACIÓN DE CUENTOS DE LILIANA  CINETTO

Viernes 7 de octubre.
.-10,30 A 11,30 HS. ” ESPECTÁCULO MUSICAL A CARGO DEL GRUPO PIEDRAPAPELY TIJERA.“VIENTO NARANJA
.-14,00 A 15,00 HS. “VIENTO NARANJA” ESPECTÁCULO MUSICAL A CARGO DEL GRUPO PIEDRAPAPELY TIJERA.
.- 15:30 A 16:00 HS OBRA DE TEATRO A CARGO DE LA ESCUELA  REMEDIOS DE ESCALADA TIO PUJIO.
.-16:30 A 17:00 HS. INTRACIRCO. ESPECTÁCULO CIRCENSE.

LOS ALUMNOS DE SEXTO GRADO DE AMBOS TURNOS DE  LA ESCUELA PARTICIPARÁN DE UNA OBRA DE TEATRO “EL JUICIO GRAMATICAL” EN EL TEATRO DE LA PANADERÍA  EL DÍA VIERNES DE 11,00 A 12,00 HS Y DE 14,00 A 15,00.
Eduardo César Belloccio- Presidente-


MAS FOTOS DE LOS FESTEJOS DE LOS 45 AÑOS DE LA S.A.D.E. FILIAL VILLA MARÍA
























Eduardo César Belloccio- Presidente actual de la S.A.D.E. Filial Villa María