EL
MARINERO
Era seguro el puerto.. Todos esperan o
despiden. Nadie curiosea.
El marinero perdió toda la tarde buscando
y, al llegar la noche, ya tenía alojamiento.
Por cinco
días no salió de su habitación. La dueña de la pensión depositaba la comida
junto a la puerta. Después de oír sus pasos alejándose, la retiraba.
Las noches pasaban sin sobresaltos. Solo la
sirena de un barco o el llanto de algún niño abandonado.
El sexto día llovía. Ideal para comenzar una
nueva vida, dejando atrás la de truhán tan buscado.
Al llegar la noche, vestido de marinero,
abandonó su refugio. Bajó las escaleras respirando profundo.
En la acera, frente a la pensión, aguardaba
el patrullero.
EL ENCUENTRO
Había estado más de dos meses en Europa.
Demoré en abrir mi computadora. Encontré
acumulados más de mil correos. Generalmente comienzo a abrirlos por el último
recibido. Esta vez decidí hacerlo al revés.
Con una mirada rápida detecté uno de
Norberto. Asunto: te espero en el mismo ómnibus de siempre.
Con Norberto habíamos sido novios en la
secundaria. Médico, vive en Necochea.
Cuando ambos nos divorciamos solíamos
visitarnos hasta que él formó nuevamente pareja y solo nos comunicábamos por
mail. En el último me decía que estaba otra vez solo.
No pensé mucho. Reservé el pasaje, preparé
mi equipaje y le envié un mail diciendo cuándo llegaba.
Durante el viaje tejí toda clase de
fantasías. Yo sola, él solo. Podría ser ¿no?
Al llegar a destino, retiré mi equipaje
esperando verlo detrás mío. Pero no
estaba. Ni allí ni en toda la
Terminal.
Mientras marcaba su número en mi celular
recordé que Norberto había fallecido hacía seis meses.
EL TURISTA
DESPISTADO
Recibió la invitación de su amigo inglés
para pasar sus vacaciones en Londres. No lo dudó. Compró el pasaje por
Internet.
En el aeropuerto, realizó el check in y
esperó la llamada a embarque. Durmió durante todo el vuelo.
Al llegar a Heathrow lo encontró distinto.
Con muchas reformas. Su amigo no lo esperaba, como habían convenido.
Poca gente a su alrededor hablaba en Inglés.
Escuchaba más francés. Estaba en el aeropuerto Charles de Gaulle.
EL
COMPAÑERO DE VIAJE
Su compañero de asiento miraba
constantemente por la ventanilla. A veces sonreía. A los campos verdes o a
alguna vaca muerta. Al llegar a destino
retiró del portaequipajes su bastón blanco y descendió.
CURIOSIDAD
Tocó timbre. Se demoraban en abrir. Miró
por el agujero de la cerradura. Se encontró con otro ojo.
Hacía tiempo esperaba la carta de su amado
con la propuesta. Abrió presurosa el sobre y leyó: ¿Y?
ABANDONO
Lo siento. Debo abandonarte. Te agradezco
todos estos años juntos. Me permitiste ver el brillo de los colores. Las caras
de las personas más queridas.
Pero he decidido abandonarte. Encontré otra
manera distinta de mirar la vida. Me compré los Pupilent.
©2012 Cristina Pablos
©2012Eduardo César Belloccio- Presidente de la S.A.D.E. Filial Villa María